Un síntoma
transitorio caracterizado por actividad neuronal en el cerebro
que conlleva a hallazgos físicos peculiares como la contracción y distensión
repetida y temblorosa de uno o varios músculos
de forma brusca y generalmente violenta,1
así como de alteraciones del estado mental del sujeto y trastornos psíquicos
tales como déjà vu
o jamais vu.
Una convulsión que persiste por varios minutos se conoce como status epilepticus, mientras que la epilepsia
es la recurrencia de crisis convulsivas de manera crónica. Usualmente afecta a
diversas partes del cuerpo, con lo que recibe el nombre de ataque convulsivo.
CLASIFICACIÓN
Las convulsiones se dividen en tónicas, en las que existe contractura muscular mantenida, y las tónico-clónicas, en las que existen períodos alterantes de contracciones y relajación. La convulsión también puede ser focal o generalizada. La focal o parcial es aquella en que la actividad convulsiva se limita a segmentos corporales o a un hemicuerpo sin pérdida de la conciencia, Por lo general, las convulsiones focales están asociadas con trastornos que causan anormalidades estructurales y localizadas del cerebro, mientras que las convulsiones generalizadas pueden ser la consecuencia de anormalidades celulares, bioquímicas o estructurales que tienen una distribución mucho más amplia.PATOGENIA
Las convulsiones son manifestaciones súbitas de las descargas eléctricas sincrónicas de un grupo de neuronas de la corteza cerebral o bien de la corteza en general. Una convulsión suele ser el resultado de un desbalance repentino entre las fuerzas excitatorias e inhibitorias de la red de neuronas de la corteza a favor neto de la excitación cortical sin inhibición sincronizada del potencial excitatorio. Las convulsiones pueden provocar manifestaciones motoras, somatosensitivas, autónomas y psíquicas.Las convulsiones pueden estar relacionadas con un evento temporal o disparador de la crisis, tal como exposición a ciertos medicamentos como o algunos otros fármacos psicoactivos o drogas como la cocaína, anfetaminas, o al contrario, la abstinencia del hábito de consumir drogas, licor o fármacos, tales como barbitúricos y benzodiazepinas, una fiebre alta en niños o niveles anormales de sodio o glucosa en la sangre. En otros casos, una lesión al cerebro, por ejemplo, un accidente cerebrovascular o un traumatismo en el cráneo, provoca la excitación anormal de las neuronas cerebrales.
En algunas personas, puede haber factores hereditarios que afectan de tal manera a las neuronas del cerebro que conlleva a que se presente una disposición a las convulsiones. En estos casos, las convulsiones suceden espontáneamente, sin una causa inmediata y se repiten con el tiempo. En otros casos puede haber deformidades o malformaciones del desarrollo cerebral durante la embriogénesis.
Las convulsiones pueden ser idiopáticas, es decir, son convulsiones generalmente crónicas que ocurren sin una causa identificable, en personas con o sin antecedentes familiares de epilepsia o convulsiones.
Otras causas frecuentes de convulsiones o crisis epilépticas abarcan:
- Tumores cerebrales y otras lesiones estructurales del cerebro, como el aumento de la presión intracerebral
- Enfermedades que causan deterioro del cerebro.
- Demencia, como la enfermedad de Alzheimer.
- Insuficiencia hepática o renal.
- Infecciones (absceso cerebral, meningitis, encefalitis, neurosífilis o sida, entre otros).
- La fenilcetonuria (FCU) puede causar convulsiones en los bebés.
Crisis parciales
La principal característica clínica neuronal de las convulsiones parciales o focales es la aparición en el electroencefalograma de un patrón de actividad epileptiforme interictal, es decir, una onda puntiaguda. Ello correlaciona con una descarga celular de las neuronas corticales llamada cambio de despolarización paroxística, caracterizada por una despolarización prolongada dependiente de calcio que resulta en la aparición de múltiples potenciales de acción mediadas por el sodio, seguida de una hiperpolarización prominente más allá de los niveles basales del potencial de reposo. Cuando varias neuronas se suman en actividades epileptiforme interictales de manera sincronizada, el electroencefalograma registra una punta interictal.
CUADRO CLÍNICO DE LA CONVULSIÓN
La aparición de una convulsión y su expresión
sintomática difiere dependiendo de la zona neuronal afectada. Si la red
neuronal afectada es la corteza visual, las manifestaciones clínicas se
expresarán en manifestaciones visuales. Y así con otras regiones de la corteza:
gustativas, sensitivas o motoras.
Las convulsiones se asocian con frecuencia con
contracciones involuntarias y repentinas de un grupo de músculos y pérdida de
consciencia y trastornos del comportamiento.
Una convulsión puede durar desde unos segundos hasta un estado epiléptico, una
contracción que no suele detenerse sin intervención médica. Sin embargo, un
ataque puede ser tan sutil como el entumecimiento de una parte del cuerpo, una
pérdida breve o de largo plazo de la memoria, parpadeos o destellos luminosos, la
liberación de olores desagradables sin causa aparente por los órganos internos,
un extraña sensación epigástrica o una sensación de miedo o temor con un estado
de confusión que en algunos casos conduce a la muerte durante la convulsión.
Por lo tanto, las convulsiones son generalmente clasificadas en motoras,
somatosensoriales, autonómicas, emocionales o cognitivos. Después de un fuerte
ataque convulsivo, y debido a que el cerebro se está recuperando, suele haber
una pérdida repentina de la memoria, por lo general de la memoria a corto
plazo.
Algunos pacientes son capaces de decir cuando un
ataque está a punto de ocurrir. Algunos de los síntomas experimentados por la
persona antes de un ataque incluyen mareo, presión en el pecho, reversión ocular, la vivencia
momentánea de que las cosas se mueven en cámara lenta y algunos pacientes
emiten un grito agudo e intenso justo antes de la convulsión. En algunos casos,
la aparición de una convulsión se ve precedida por algunas de las sensaciones
anteriormente descritas. Dichas sensaciones pueden entonces servir de
advertencia al paciente de que una convulsión tónico-clónica está a punto de
ocurrir. Estas «sensaciones de alerta» son llamadas en conjunto aura. Además, algunos proveedores de
salud reportan que muchos ataques, especialmente en niños, están precedidos por
taquicardia,
que con frecuencia persiste durante toda la convulsión. Ese incremento en la frecuencia cardíaca puede reemplazar un aura
como señal de advertencia fisiológica de un inminente episodio convulsivo.
Los síntomas experimentados por una persona durante
una crisis, así como la naturaleza del aura, dependerán de que área del cerebro
se ve afectada con trastornos de la actividad eléctrica.
Si la convulsión se originó por descargas a nivel
del lóbulo temporal, el paciente suele tener sensaciones extrañas abdominales o
un déjà vu
o bien olores o sabores pocos frecuentes, así como sentimientos repentinos de
felicidad o tristeza.
Si ocurre en el lóbulo frontal, suele sentirse una oleada en la cabeza, rigidez o
temblores en alguna parte del cuerpo, como un brazo o una mano.
Las del lóbulo parietal pueden incluir pérdida de
sensibilidad o hormigueo en alguna parte del cuerpo o que una de las
extremidades le parece más pesada o liviana que lo acostumbrado.
Mientras que del lóbulo occipital se puede asociar
con trastornos visuales como luces destellantes o de colores brillantes y
alucinaciones.
Estudios recientes muestran que las convulsiones
durante el sueño suceden más a menudo de lo que se pensaba. El paciente con una
convulsión tónico-clónica puede perder el conocimiento, caer al suelo,
convulsionar, a menudo de forma violenta y volverse azulado o
cianótico. Una persona que tiene una convulsión parcial compleja
puede parecer estar confundido o aturdido y no ser capaz de responder a las
preguntas u órdenes que se le den. Algunas personas tienen convulsiones que no
son perceptibles por los demás. A veces, el único indicio de que una persona
está teniendo una convulsión no es más que un rápido parpadear, confusión
extrema de unos segundos de duración o, a veces por horas.
Cuadro clínico de las
convulsiones febriles
Una convulsión febril suele ocurrir cuando existe
un rápido aumento de la temperatura corporal a 39 °C o más y por lo
general, las convulsiones ocurren en todo el cuerpo o generalizadas. Se
comienza con una pérdida repentina de la conciencia,
seguido por una contracción de los músculos de tipo rigidez tónica. Después de
10-30 segundos le continúa convulsiones clónicas o contínuas. La fase tónica
pueden faltar, y también las incautaciones de Atinen, cuando los músculos
pierden su tensión y los niños se vuelven completamente flácidos. Una
convulsión febril suele durar unos pocos minutos, hasta aproximadamente 10 min.
Por lo general, sigue un período de somnolencia después de la convulsión.
Convulsiones febriles simples
Una convulsión febril simple se presenta cuando en
un niño se produce una convulsión generalizada, al menos de 15 minutos, y
dentro de las 24 horas no se repite. Además, el niño no tuvo previamente una
afectación neurológica y el episodio febril se origina fuera del sistema
nervioso central. Los niños con convulsiones febriles simples no conllevan
aumento de riesgo de epilepsias más adelante en su vida en comparación con sus
contemporáneos que no han tenido convulsiones, a menos que haya antecedentes
familiares positivos de epilepsia, una primera crisis febril antes de los 9 meses de
edad, retraso en el desarrollo psicomotor o un trastorno neurológico preexistente.
Se calcula que alrededor de 75 a 80 % de las convulsiones febriles son
simples. Afortunadamente, las convulsiones febriles simples son inofensivas y
no existe evidencia de que dichas convulsiones causen la muerte, lesiones
cerebrales, epilepsia,
retardo
mental, disminución del cociente intelectual o problemas de aprendizaje.
Convulsiones febriles complejas
Las convulsiones febriles complejas o atípicas es
donde tiene una convulsión de duración superior a 15 minutos o convulsiones
repetidas dentro de las 24 horas del primer episodio. Después de una convulsión
febril complicada, el riesgo de epilepsia de repetición más adelante en la vida
es un poco más elevado. Si las convulsiones se repitieran se comenzaría un
tratamiento farmacológico y se debería investigar la causa. Existen epilepsias
poco frecuentes como el Síndrome de Dravet o la epilepsia en niñas Síndrome epiléptico en niñas con/sin
retraso mental en el que la fiebre es un desencadenante importante
de crisis, también existen las llamadas GEF++ (convulsiones febriles plus), sin
embargo la mayoría de las convulsiones febriles son benignas.
Hay otras denominaciones para las convulsiones
febriles complejas, como es: Convulsiones atípicas, Convulsiones en cadena o un
término traducido de forma literal del inglés "convulsiones de
racimo" o convulsiones en serie, este tipo de convulsiones son
convulsiones ocurre cuando hay muchas convulsiones en un solo día, se puede dar
en distintos tipos de epilepsia, pero son muy frecuentes en el Síndrome de Dravet o la epilepsia en niñas Síndrome epiléptico en niñas con/sin
retraso mental.
TRATAMIENTO
La principal recomendación para pacientes con
convulsiones recurrentes no provocadas es el anticonvulsivante.
Si un individuo ha tenido más de 1 episodio convulsivo, se indica la
administración del anticonvulsivantes. Por el contrario, la principal
recomendación para pacientes con su primer y único episodio convulsivo es el
evitar los precipitantes más importantes, incluyendo el licor y la falta de sueño
sin la indicación de anticonvulsivantes a menos que el sujeto tenga factores de
riesgo para una recurrencia, otra cosa que el paciente tiene que evitar son los
golpes, es la mayor causa de convulsiones. Los principales marcadores de un
elevado riesgo de recurrencia, desde un 15 a un 70% mayor que la población
general, incluyen imágenes anormales en la resonancia magnética, un
registro anormal en el electroencefalograma realizado durante la vigilia o que la convulsión haya sido
focal.
Algunos antiepilépticos, entre ellos la lamotrigina,
el topiramato,
el ácido valproico y la zonisamida
tienen múltiples mecanismos de acción, mientras que otros, como la fenitoína,
carbamazepina
y la etosuximida
solo tienen un mecanismo de acción.
CRISIS DE AUSENCIA
Las convulsiones de ausencia solas suelen ser
tratadas con etosuximida. Si se acompaña de otras formas de convulsiones, se
suele indicar valproato, lamotrigina o topiramato. No se indican la
carbamezepina, gabapentina o tiagabina porque se ha demostrado que son
medicamentos que exacerban las crisis de ausencias.